Ella vivía rodeada de chicas bonitas. Y delgadas. Y todas, por supuesto, eran mucho más bonitas y delgadas que ella. Todas tenían un rostro bonito y las piernas perfectas. Por eso, para ella eran todas unas furcias.
Porque ella, lo único que deseaba, era tener las piernas perfectas.
Airie
La envidia nos hace en muchas ocasiones ser unas cerdas con otras personas. Es más fácil eso que ponerse manos a la obra para conseguir lo que deseamos.
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